* Por Erika Montecinos (texto publicado originalmente en la sección Braga de El Mostrador)
“Vanesa Allison Gamboa Gutiérrez, 18 años, perdió la vida tras ser apuñalada en la comuna de Santiago por su pareja del mismo sexo, Camila Campódonico Cortés”, se leyó el año pasado en la página web del Ministerio de la Mujer cuando se contabilizaban los femicidios, calificándolo como el número 16 en esa época. Sin embargo, hay controversia entre la institucionalidad, el movimiento de mujeres, LGTBI y en la sociedad en general, sobre la violencia entre parejas del mismo sexo y la definición internacional de femicidio por razones de género. Además, es un tema tabú en los movimientos. ¿Qué organización va a querer criminalizar las relaciones de pareja de lesbianas y gays si tanto ha costado “normalizar” estas y que sean “aceptadas” por la sociedad?
Por más que intenten tapar estas situaciones con el “amor es amor”, lo cierto que en todo tipo de relaciones, ya sean estas lésbicas, homosexuales o heterosexuales, existen las relaciones de poder, cruzadas por la educación machista que hemos recibido todas y todos. No es de extrañar que el pasado 16 de abril en Barcelona una mujer haya matado a otra. También por celos como le pasó a Vanessa. En este caso, el crimen habría sucedido tras una fuerte discusión entre ambas. “Las peleas entre Ana -53 años- y Pili -57 años- eran frecuentes, según fuentes policiales. Hace 5 años, en el 2012, Pili llegó a presentar una denuncia por malos tratos. A pesar de aquel episodio, las dos mujeres, de nacionalidad española, seguían viviendo juntas”, informó la prensa catalana.
Si convivimos y somos expuestas día tras día a los medios, redes sociales o la publicidad que satura con sus mensajes del “amor heterosexual ideal”, con la figura patriarcal del/la “jefa de hogar”, la conquista, el acoso, la “media naranja”, los celos, eres mío, eres mía, tengo derecho a revisarte el Facebook, el whatsapp…el resultado es “esta es la única manera que conozco de relacionarme amorosamente con otra”.
¿Por qué hay mujeres que agreden otras mujeres? Porque si convivimos y somos expuestas día tras día a los medios, redes sociales o la publicidad que satura con sus mensajes del “amor heterosexual ideal”, con la figura patriarcal del/la “jefa de hogar”, la conquista, el acoso, la “media naranja”, los celos, eres mío, eres mía, tengo derecho a revisarte el Facebook, el whatsapp…el resultado es “esta es la única manera que conozco de relacionarme amorosamente con otra”.
Porque, si bien, es un debate mucho más profundo que se tiene que dar a través de seminarios o foros con el movimiento de mujeres y lésbico feminista, los crímenes entre relaciones del mismo sexo, existen, y como pasa también con nuestra salud sexual u otras cotidianidades, estas se invisibilizan, se estereotipan, incluso, se las califica de “angelicales”. Y como la sociedad no entiende que tiene que ampliar su mirada heteronormada al aplicar sus políticas públicas, simplemente, no existen.
Por eso más allá de leyes, de definiciones internacionales en cuanto al género, es imperioso un cambio en la manera que nos relacionamos con nuestras parejas, la manera en que vemos cómo se instalan y se establecen las relaciones en una cultura patriarcal. Casi no existe la asimetría. Estamos en un sistema vertical, con jefes y directorios.
En el reciente Censo abreviado, fue extraño para mi encuestador cuando le dije que con mi pareja somos las dos jefas de hogar. ¡¿Qué es eso?! ¿Quién trae el sustento?, casi fue su pregunta. Esa es la mirada y forma que debemos cambiar lesbianas, gays, trans, heterosexuales. Una forma que desafía a cambiar todo el sistema en que está construida y basada la humanidad.
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