Reportaje: Ataques a lesbianas

Reportaje en revista Qué Pasa del diario La Tercera

El tema de los derechos de  personas LGBTI se ha más instalado en la agenda pública nacional con fuerza en la última década. Casos de alta connotación pública encendieron la alerta sobre la discriminación y agresiones que ese grupo vive. Así ocurrió con la agresión homofóbica que terminó con la vida de Daniel Zamudio, que impactó a nivel social, influyendo en la posterior aprobación en el año 2012 de la ley anti-discriminación, que justamente lleva su nombre.

Sin embargo, la ley no ha implicado aún cambios sociales. Las agresiones continúan. Carolina Torres, joven lesbiana desde la madrugada del 14 de febrero está internada de gravedad en la UTI. Fue agredida mientras caminaba con su pareja.

Agrupaciones indican que no existen cifras oficiales que reflejen la violencia de la que son víctimas las lesbianas en Chile. Sin embargo, el estudio Ser Lesbiana en Chile 2018, de la agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, indica que 75,4% admite haber sido acosadas por su orientación sexual. En la investigación se consultó a más de 450 mujeres que se declaran lesbianas o bisexuales, provenientes de distintos lugares de Chile, incluso Isla de Pascua.

Érika Montecinos coordinadora general de Rompiendo el Silencio, dice que las manifestaciones de acoso o de violencia que sufren son insivilizadas. “Pero en general las sufrimos a diario, no solo por el hecho de la diversidad sexual, también por el hecho de ser mujeres, a lo que se le suma la autonomía de tu cuerpo y de querer decidir con quién estar efectivamente, lo que es cuestionado, acosado y violentado por la sociedad en general”, resalta.

Las agrupaciones señalan que cuando son víctimas de violencia, denuncian, pero no son escuchadas. Por eso entre ellas han generado una red de apoyos y asesorías.

Son víctimas, de odio, dicen desde el equipo Coordinador Jueves de Lelas Comunidad Cultural Rogelia. “Hace unos días Carolina Torres fue apaleada por caminar junto a su pareja. Hace unas semanas una mujer fue violada por su padrastro como medida correctiva, y hace dos años Nicole Saavedra fue torturada y asesinada por ser lesbiana. Las tres situaciones de violencia que mencionamos son consideradas crímenes de odio y la pena, rabia e indignación que sentimos quienes pertenecemos a la comunidad lésbica, es indescriptible”, indican.

Hay una carga cultural muy fuerte en torno a las mujeres lesbianas, sostiene Montecinos. “Pero hoy en día estamos mucho más organizadas y empoderadas, y estamos expresando nuestros afectos en la vía pública, que es un derecho humano que nadie lo puede violentar, pero esa mayor visibilidad trae mayor violencia“.

Crimen de odio

Con respecto a lo sucedido a Carolina Torres, Constanza Valdés, licenciada en derecho y consultora en materia de diversidad sexual y de género, explica que corresponde a lo que se denomina crimen de odio (hate crime). “Es un delito cuya motivación fue porque la victima pertenece a una de las categorías sospechosas (orientación sexual, identidad de género, raza, discapacidad, etc). Es un delito que se da principalmente por odio, intolerancia y prejuicios. En este caso, golpearon a Carolina principalmente por su orientación sexual y expresión de género (por ser lesbiana y tener una expresión de género masculina), aunque otras fuentes estén señalando que hubo un contexto de rivalidad entre clubes de futbol”, destaca.

La violencia en contra de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, se da tanto por su orientación sexual, por su identidad de género y por su género. “En este sentido existe una discriminación múltiple en cuanto a la concurrencia de diversos factores”, aclara Valdés.

En ese sentido, Valdés recalca que cuando se habla de lesbiana, se indica a aquella mujer que siente atracción romántica y/o sexual hacia las mujeres. “El termino lesbiana es mucho más adecuado que homosexual, ya que el término lesbiana tiene un componente político de visibilización de las mujeres que gustan de las mujeres. La orientación sexual (lesbiana) es independiente de la identidad de género (cisgénero y transgénero)”.

Una forma común de cómo se reproduce la lesbofobia, dicen en el equipo Coordinador Jueves de Lelas Comunidad Cultural Rogelia, es a través de los discursos de odio, “promovidos por determinadas personas, líderes políticos y espirituales, y/o grupos conservadores”. Corresponden a comunicaciones o expresiones, en espacios públicos o privados, explican, que promueven e incitan la discriminación y la violencia hacia un individuo o grupo por su identidad sexual y/o de género.

“En simple, un discurso de odio va desde el Pastor Soto gritando frente al Congreso Nacional que las personas de la comunidad LGBTQ+ son unos pervertidos y desviados, hasta comentarios al pasar que se refieren al disgusto de alguna persona por la masculinidad de una mujer o su forma de vestir. Lo importante es entender que entre el discurso que promueve la discriminación a través de la violencia verbal y la violencia física hay un paso muy pequeño“, agregan. En muchas ocasiones, dicen, son bastante más sutiles y más validados de lo que se cree.

El profesor asociado de la Facultad de Psicología de la Universidad Alberto Hurtado, Jaime Barrientos, señala que lamentablemente no son hechos aislados. “Desde hace algún tiempo se observan un conjunto de situaciones en las que se ha ido incrementado la violencia hacia la población gay, lésbica y trans. Situaciones de violencia que son extremadamente violentas, que pueden llevar a la muerte, lo que deberíamos cuestionar es el contexto actual que legitima los crímenes de odio y esta violencia desmedida”, asevera.

¿De qué manera podemos interrumpirla? “Como sociedad todes estamos invitades a interrumpir aquellas acciones que promueven la discriminación y el odio”, dicen en el equipo Coordinador Jueves de Lelas Comunidad Cultural Rogelia. Lo importante primero es identificar cuándo una acción está promoviendo la violencia o exclusión de una persona o grupo humano, “luego interrumpirlo e invitar a reflexionar. Decir, ´lo que estás diciendo me parece lesbofóbico u homofóbico´, es un primer paso. Interrumpir y contribuir desde el privilegio de la heterónoma -régimen que impone como normal las relaciones heterosexuales- es otra forma”, destacan.

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