«Cuando se presentó el proyecto de ley para una vida libre de violencia contra la mujer desde el Ministerio, muchas personas no percataron el hecho que se ampliaba el concepto a todo tipo de violencia hacia nosotras, incluyendo por orientación sexual e identidad de género. ¿Qué significa esto? Que las mujeres con una orientación sexual lésbica o una identidad de género transexual, pueden denunciar y agravar las penas para quienes las ataquen y asesinen por estas causas.
¿No existen? ¡Claro que sí! Desde siempre. Sin contar el caso más antiguo (y olvidado por el movimiento gay), como es el de la escultora Mónica Briones asesinada a golpes en pleno centro de Santiago en los años 80 sólo por ser una lesbiana pública. O como el de la joven de Limache, Nicole Saavedra, quien fue encontrada en junio de 2016 en un sitio eriazo después que su familia la buscara desesperada durante días. La hallaron amarrada con claros signos de haber sido torturada previamente. El lento proceso judicial que se ha llevado a cabo, llevó a la familia a cambiar de abogado y recibir la ayuda de la Red Chilena contra la violencia a la mujer.
O el más reciente e impactante, como el de Susana Sanhueza, joven de 22 años, lesbiana asumida que, según relata su familia, fue acosada por un joven de su misma edad que al sentir su rechazo, la asfixió y la arrojó a una bodega en una bolsa plástica. Y tantos otros que ni siquiera pasan por esta clasificación. ¿Alguien se ha preguntado por las violaciones correctivas? Aquellas en que lesbianas son violadas para “corregirlas”. Lamentables situaciones que en Perú ya se dieron a conocer y en Sudáfrica son pan de cada día.
En Chile, todos estos casos han tenido mediana atención mediática. Ni siquiera los movimientos sociales han hecho suficiente eco ni cargo de ellos. Han sido los grupos de mujeres y feministas, alertadas también por las lesbianas activistas, que los han sumado a los casos de femicidio. Porque la actual legislación no contempla estos asesinatos como femicidios. Todos ellos han sido calificados como “homicidios simples”. Las denuncias por agresión continúan, como el de una mujer lesbiana agredida por grupos neonazis.
Cuando fuimos a exponer por este proyecto (aún en su primer trámite en el Congreso), los parlamentarios nos miraban con curiosidad. ¿Por qué defender la inclusión de lesbianas y trans en un proyecto que habla de mujeres? Parece paradójico, pero muchas personas no consideran a lesbianas ni trans como mujeres (o bio-mujeres en términos de las teorías del género). Dicen que debemos ser incluidas en leyes especiales o inexistentes, como crímenes de odio que ni siquiera se han legislado y cuya ley antidiscriminación es muy débil para estos casos. ¿Por qué hacerlo si una mujer trans se siente biológicamente como mujer?
La respuesta a la escasa atención a estos lamentables casos relatados, es simplemente los prejuicios y estereotipos que aún nos pesan bajo la sombra de la heteronorma. Incluso desde los movimientos sociales que nos tachan de “exageradas” o “no estamos seguros si ésa fue la causa”…¿hay que averiguar más cuando el hecho está a la vista? Solo misoginia y lesbofobia. Porque no está demás decir que hasta en la muerte más cruel, por solo expresar mi orientación o identidad libremente, somos invisibilizadas.
Por eso es necesario que junto con denunciar, con exigir justicia, instalemos estas violencias y sus diversas manifestaciones, en las amplias redes de Ni Una Menos, porque efectivamente somos parte de este gran movimiento y no queremos que ninguna de nosotras, por el motivo que sea, sea asesinada de la manera más cruenta que se pueda conocer».
* Por Erika Montecinos, corodinadora Agrupación RS. Texto publicado originalmente en El Mostrador, sección «Bragas»
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